Vivimos estos días el 75 aniversario de la proclamación de la II República. Un hecho de enorme valor para la historia de la izquierda universal y que nos ha marcado a muchos de manera intelectual y política.
Yo oí hablar, por primera vez, de la República Española, en la escuela, en Uruguay. En la escuela primaria, digo. Estudiamos los poemas de Antonio Machado, de Federico García Lorca, de Rafael Alberti.Conocimos a fondo los avatares de la república y de la democracia españolas. Y aprendimos, aprendí, a querer, aquellos poemas y aquellas canciones, aquellos textos de páginas amarillas en que se hablaba de la lucha de tanta y tanta gente que defendía valores similares a los que formaban parte de nuestra convivencia cotidiana.Grandes figuras de Cataluña y de España se radicaron en Uruguay, se fundieron con su trabajo y su hacer en la vida cotidiana del país. De todos ellos hablábamos, de todos ellos conocimos obras y pensamientos.Recuerdo a Margarita Xirgu, especialmente. Recuerdo actos y lugares de profundo sentimiento democrático de izquierdas: el monumento al President Lluis Companys, en la esquina de Ramon Anador y Propios. Recuerdo, un poco más allá, la calle República Española paralela a la calle Concepción Arenal. Y recuerdo la memoria viva de algunos vecinos, en mi infancia, emigrados a causa del franquismo... Sus vidas, su memoria, sus relatos, son para mí, hoy, un patrimonio personal, sentimental e intelectual, entrañable.
Nos hablaron mucho de la República los maestros de mi escuela y los profesores de mi educación secundaria.
Cuando llegué a la Universidad, la dictadura ensombreció, primero , la vida del Uruguay y arruinó, después, la vida de tanta gente que quiero y que querré siempre. Lo primero que obligó la dictadura, en Uruguay, fue al establecimiento de una lista obligatoria de lecturas, y sobretodo a una dura censura de todo aquello, que entre otros procesos históricos, hiciera referencia a la República Española.Se prohibió hablar de ella, y cualquier referencia a dicho proceso, se hacía en nombre del bando vencedor franquista, a través de la prensa oficialista y pro militar.
La experiencia de la República pasó a tener, para mi, un valor singular.
Como profesor de lengua española del Seminario expliqué a mis alumnos, en plena dictadura,qué había sido y qué habia significado la II República. Acompañé las explicaciones con un análisis de texto de varios poemas de Machado, de Alberti y de Federico. Les hice estudiar la biografia de la Xirgu y escuchamos, juntos,algunos textos cantados por Paco Ibañez.Una semana más tarde, recibí la inspección de Educación Secundaria y una sanción durísima que me valió la pérdida del empleo. Los padres jesuitas decidieron prescindir de mis servicios... a instancias de la Inspección del règimen. Lloré la rabia y pérdida del trabajo y tuve miedo.Pero,bien pronto, me sentí sereno y tranquilo, casi orgulloso de haber recibido tal sanción. Fue mi pequeño homenaje a los republicanos españoles, teñido de represión y de castigo, pero homenaje al fin.
Siempre me ha emocionado mucho la sencillez y la intensidad con que aquellos republicanos han mantenido, casi a escondidas, la llama viva de los valores de la II República y su propia esperanza. Hoy pienso que nuestras metas de futuro deben recogerlas de forma definitiva.
domingo, abril 16, 2006
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