Tuve la ocasión de viajar a Bolivia como observador electoral para las elecciones del pasado 6 de diciembre. Fue una experiencia importante tanto política como socialmente. Los malos augurios de la prensa de derechas y las versiones de ciertas agencias informativas sobre el carácter del gobierno de Evo Morales acostumbran a desajustarnos la realidad de uno de los países que está llevando a cabo un cambio que no es coyuntural, una transformación social y política con vocación de una mayor permanencia.
El Gobierno del M.A.S ha establecido una política económica que ha recuperado para el control público los recursos estratégicos del agua, del gas, de los hidrocarburos y de la minería. A partir de ese nuevo control, ha establecido una política fiscal con cuyos recursos se cubre un amplio abanico de ayudas sociales : el bono Juancito Pinto, para el fomento de la escolarización infantil, el bono Juana Azurduy, para la salud de la mujer y de sus hijos y el bono de la dignidad para la gente mayor sin ingresos. El principio es bien claro : estatalizar los recursos básicos y redistribuir los recursos que genera su explotación en beneficio de los sectores más desafavorecidos.
En su programa para los próximos años, la voluntad de Evo Morales está puesta en reducir la dependencia de la economía del precio internacional de las materias primas básicas que explota Bolivia. Para ello, la proposta presidencial es la de impulsar un proceso de industrialización capaz de incrementar las plusvalías generadas actualmente, compensando las posibles oscilaciones del precio internacional del gas y del petroleo.
Un segundo reto del M.A.S. es modernizar el país desde el punto de vista administrativo. Iniciar el desarrollo de una nueva división administrativa que dota a departamentos y regiones de nuevas competencias no es una tarea fácil y, posiblemente, sea el mayor desafío que debe enfrentar la fuerza política gobernante.
El tercer gran objetivo es el de profundizar en la democracia. Bolivia prácticamente ha consumido el sistema político de partidos, la forma clásica de hacer política en el altiplano y en los llanos de oriente. Pero un movimiento de movimientos como es el M.A.S. no puede huir de obtener una estructura política más ágil y más sólida, a la vez que más transparente. El futuro de la democracia en Bolivia pasa por la evolución política del partido en el gobierno y de su conversión en un partido político del siglo XIX. No juega un rol menor la capacidad que pueda tener la dirección política del M.A.S. de dialogar con el resto de las fuerzas políticas, estableciendo acuerdos y pactando reformas. No lo necesita desde el punto de vista legislativo ( tiene mayoría suficiente) pero será muy importante para trazar las perspectiva del futuro, más allá de este mandato.
Educación, lucha contra la pobreza, industrialización y mejoras en el sistema político son prioridades para los bolivianos de hoy. Hemos podido observar que las bases están puestas y que la voluntad política está presente.
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