domingo, febrero 12, 2006

TOLERANCIA Y LAICISMO

La triste historia de las caricaturas de Mahoma ha desenvocado en manifestaciones de violencia intransigente, que aún no sabemos a dónde pueden llegar. Estamos ante un hecho muy grave, no por su origen sino por la manipulación llevada a cabo por intereses de sectores intolerantes, aún no del todo bien explicados.
En materia de relación con las culturas muslmanas,muchos sectores de la izquierda europea, y en especial la española y la catalana, se encuentran hoy entre el brutal asombro y la terrible sorpresa. Hemos pasado, con velocidad de crucero, de la reflexión romántica, casi bonista, a una situación de azoramiento, ante fenómenos de un mundo que realmente conocemos poco.
De todos modos, creo que la reflexión debemos centrarla en la situación de los derechos humanos en el amplio espectro del mundo islámico. Nuestra concepción europea clásica del respecto a un derecho de opinión y a la libertad de prensa no tiene cabida fácil en un mundo con escasa cultura democrática.
También es cierto que, desde el posicionamiento de décadas de tolerancia con la violencia del Estado israelí contra el pueblo palestino, así como de actitudes de indeferencia contra la evolución de la situación política en la Argelia de hace unos años,o desde el apoyo a las crueles y dictatoriales monarquías del mundo árabe hasta el apoyo a la campaña norteamericana de Afganistán y la más reciente, ilegal e injusta guerra de Irak, poco hemos hecho para establecer las bases de una nueva relación entre el mundo islámico y el mundo occidental de raiz cristiana.
Europa ha resuelto el conflicto de religiones con la potenciación del laicismo, asociado al desarrollo de los derechos sociales de igualdad y de no discrimnación por razones de género, ideas, raza o religión. Costó no pocas vidas, costó mucho dolor...pero hoy el sistema establecido nos da garantías de paz y de convivencia.
La situación de hoy en muchos países del mundo islámico no admite recetas fáciles. Ni creo que las tengamos en occidente. Pero considero que la supervivencia de ciertos ámbitos de la cultura laica, sumado a la lucha decidida contra las desigualdades sociales en esa zona del planeta, son la única esperanza para poder apostar por la tolerancia en dichos países. Es posible que desde el mundo europeo, las muestras de respecto cultural y religioso, así como la contundencia en la defensa del ejercicio de los derechos humanos para todos los que viven dentro de nuestras fronteras, puedan ser la base de una conducta racional y a la vez clarificadora. Debemos comprenderlos, pero estamos obligados a hacernos comprender.

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