Estamos viviendo en Cataluña una hora tensa, un hora expectante. El referèndum del próximo 18 de junio puede llegar a marcar un antes y un después en la política catalana y provocar cambios importantes en la política española.
Maragall, Mas, Carod, Saura y Piqué se juegan mucho el tercer domingo de junio. Mucho más de lo que ellos mismos seguramente sopesan. En menor medida, Zapatero arriesga capital político y Rajoy también ha comprometido credibilidad y caudales. De lo que ocurra, de lo que hagamos los catalanes y las catalanes con nuestro voto, dependen muchas cosas.
Es una hora expectante. Deberíamos vivirlo con la plenitud que otorga un hecho tan trascendente y con la importancia de que estamos haciendo una adquisición patrimonial colectiva básica para los próximos 25 ó 30 años.
El SI adquiere de este modo un doble valor : el simbólico y el del compromiso. El simbólico, por el hecho de que el nuevo Estatuto reafirma el grado de compromiso de los catalanes con nuestra forma de vivir, de sentir y de pensar. El del compromiso, porque a partir de ese momento habrá que “arremangarse” para desarrollar el nuevo texto con todas sus implicaciones y dejar sentadas las bases para que todo lo que se haya obtenido vaya en favor de aquello que hemos pregonado desde la izquierda : la profundización y la ampliación del sistema de derechos sociales, auténtica garantia de la cohesión social para el país.
La trascendencia del momento es alta. Y por ello debemos ponernos “manos a la obra”, no debemos distraer esfuerzos en asuntos de importancia menor. La clase política va a examinarse sobre su capacidad de desplegar una pedagogía responsable sobre el rol de la contundente reforma institucional y los catalanes, todos, nos examinaremos sobre nuestra habilidad para fabricar futuro.
lunes, mayo 22, 2006
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