domingo, junio 19, 2011

EL15 DE JUNIO EN EL PARLAMENT DE CATALUÑA



Son muchos los amigos y los compañeros que han llamado para saber qué había pasado en el Parlament el pasado miércoles 15 de junio y para interesarse por mi estado personal. A todos ellos mi gratitud por su preocupación personal y, sobre todo, por su preocupación democrática.






Fui el primer diputado en llegar al Parlamento. Cada miércoles, un poco después de las 8 de la mañana estoy en mi despacho. Son días de comisiones y de plenos y siempre hay trabajo para hacer antes de las diversas sesiones.






Mi sorpresa fue no encontrar ni un solo guardia, ni un solo mosso d'esquadra desde la estación de Arco de Triunfo hasta la puerta indicada para el acceso. En cambio si que había efervescencia en la calle, gente que se movía arriba y abajo, grupos de personas ocupando las terrazas de los bares con sus ordenadores portátiles y otras herramientas de trabajo para la concentración.






Me acerqué a los guardias, ya a 25 metros de la entrada y una vez identificado me acompañaron hasta el portalón de hierro que da a la C/Wellington. Unas 500 personas comenzaron a gritar una vez observaron la entrada de diputados y de trabajadores de la casa. Insultos, descalificaciones y algunas frases como " No nos representan"






Sentí una profunda indignación y una inmensa tristeza. La gente que nos gritaba era gente joven. No todos antisistema, con su típica estética. Había mucha clase media entre los más agresivos y, no lo olvidemos, la violencia de ciertos sectores de la clase media comienza a ser un tema de análisis en nuestra sociedad. A estos jóvenes los ha formado la democracia y los ha atendido nuestro sistema de bienestar. ¿En qué ha fallado la educación política y democrática para que estos jóvenes no sean capaces de valorar la dimensión de su acción contra el Parlament de Catalunya?






Aquel dia el movimiento del 15 M perdió una batalla. El movimiento tiene importantes valores y se mueve con una gran simpatía social, pero ha de concretar sus propuestas y se ha de dotar de una organización mínima que permita que sus actores más destacados puedan tener un lugar en los escenarios del diàlogo político. Sin ambas cosas, el movimiento puede derivar de la simpatia y la potencia actuales a la más perfecta de las frustraciones.






Para acabar, la reacción del Govern fue desproporcionada e inútil. Inútil porque no fue capaz de evitar las agresiones ni de garantizar la seguridad de las personas ( políticos y trabajadores del Parlament). Desproporcionada por que el vodevil de los helicópteros nos lo podíamos haber ahorrado. Pensé que hubieran hecho en circunstancias similares los presidentes Maragall y Montilla. Hubieran desafiado las personas y los hechos de la calle y allí hubieran estado, entrando a pie al Parlament. Como lo hicimos la mayoría de diputados.Algunos poniendo en riesgo su integridad física.






Otra vez, amigos y compañeros, muchas gracias por vuestra cariñosa, sensible y democrática preocupación. Hasta la vista !

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