El debate originado en la ciudad de Vic ha revuelto unas aguas en las que la sociedad y les institucions catalanas ya habían impulsado vientos de calma. Pronto se cumplirá un año y medio de la firma del Pacto Nacional para la Inmigración de Cataluña. Un buen acuerdo, un acuerdo firmado por el mundo municipal, por un amplio sector de la sociedad civil y por una mayoria parlamentaria superior al 80 %. El Pacto debe ser nuestra referencia y los conflictos que se generan deben tener tratamiento, debate y solución en el marco de este pacto.
El alcalde de Vic ha encendido una polémica con una clara intencionalidad política. Con la pretensión de aislar al racismo de Plataforma per Catalunya ( escuché con horror sus declaraciones televisivas), ha instalado a la mayoria municipal de la capital de Osona, en una posición difícil, poco explicable para la inmensa mayoría de los ciudadanos del país.
Es muy triste que un cálculo o un pánico electoral nos obligue a pisotear los derechos de las personas.
Como dice el Presidente Zapatero, en esta tema "no valen trucos". Al inicio de la segunda década del siglo XXI, me avergüenza y me apena que podamos ser noticia por una decisión de este tipo. Los derechos humanos, ¿son o no son universales? La falta de cumplimiento de la ley y el incumplimiento del derecho a ser empadronado debilita aún más a los inmigrantes en situación irregular y los deja expuestos a los explotadores de turno y a un amplio e infame conjunto de riesgos...
¡Que nadie se engañe ! El mejor resultado de esta batalla lo puede obtener el partido racista que en la ciudad de Vic obtiene tan buenos resultados. Por ello el PP se apunta al discurso xenofóbico, con la pretensión de repartirse una parte de los tristes beneficios...electorales de la operación.
La única respuesta a las demandas xenófobas de restricción de derechos por razones de origen, están en la defensa de los derechos de las personas y, también, en la pedagogia activa de los deberes colectivos.
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