He tenido la gran oportunidad, por motivos familiares, de volver a mi viejo y querido Uruguay. El país de origen es siempre una permanencia en nuestras vidas,y cada vez que se vuelve se reafirma más ese sentimiento. Yo acostumbro a decir, cuando me corresponde ver a colectivos de gente de mi país o de otros, que " lo más útil para el país del que venimos es que volvamos, cuantas veces podamos hacerlo es mejor".
El nuevo Gobierno está trabajando de forma valiente y decidida para poner en orden las cosas. Después de más de 50 años de gobiernos de derecha, desde el final de la Presidencia de D. Luis Batlle Berres, que culm inaron el pasado 1º de marzo, con la asunción del Presidente Tabaré Vázquez, la herencia es compleja y dura. Dos generaciones de compatriotas han naufragado en esos años y el país llegó a ser como un barco a la deriva en medio de un vendaval de globalización y crisis financiera.
Pero los datos que he recogido en estos días son esperanzadores. El país ha recuperado divisas, al nivel de reservas que tuvo antes del "corralito" del 2002, se ha producido un tímido crecimiento de 9000 empleos, que reduce la taxa de desocupación, aunque aún de manera muy reducida.Se ha incrementado la capacidad recaptatòria de la administración ( un síntoma de confianza en las nuevas autoridades),ha bajado la inflación por debajo del 6% ( inferior incluso a la previsión del gobierno) y la economia está creciendo alrededor de 3,5 puntos.
La macreconomia funciona bien. Lo que cuesta más ( como siempre) es que funcione bien la microeconomía. Es decir el impacto de esta mejora en los bolsillos ciudadanos, en especial en los de aquellos que menos recursos tienen. De todos modos, todos los ciudadanos bienintencionados saben que el país, como si de un enfermo grave se tratara, está saliendo de la UCI económica, que hoy se sitúa en la sala de cuidados intermedios, que aún falta tiempo para su pase a sala general y que se debe trabajar, producir y esperar para una salida de la fase hospitalaria.
Pero hay esperanza. Y eso es muy importante. El movimiento económico es real. Y la gente mantiene sus expectativas casi intactas en un gobierno con capacidad para generar ilusión. El reto, como siempre,es el de gestionar esta ilusión para construir el nuevo Uruguay que salió de las urnas el 31 de octubre del 2004, y transformarla en capacidad de emprender, de hacer cosas. La coyuntura general política de América Latina lo permite.
Hay que apostar a fondo por las reformas sociales que comportan estos nuevos cambios políticos ( de los cuales el triunfo de Evo Morales es la última muestra y el nuevo triunfo de la concertación chilena que ya se avizora)Hay que consolidar la economia, promover la capacidad de crear riqueza y ocupación, para reducir desigualdades.
No se hará todo en un mandato, pero en un mandato se pueden poner los fundamentos sólidos del cambio.
jueves, enero 12, 2006
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