domingo, septiembre 03, 2006

EL DERECHO AL VOTO DE LOS IMMIGRANTES

La segunda semana de agosto, cuando justo aterrizaba en El Hierro, pude leer una noticia esimulante: el PSOE e IU habían presentado en el registro de las Cortes Generales una proposición no de ley que insta al Gobierno de España a iniciar los trabajos para garantizar el derecho al voto en las elecciones municipales a aquellas personas que trabajan y viven en España, procedentes de países con los cuales hay un convenio de reciprocidad para con determinados derechos políticos ciudadanos.
La noticia generó su polémica, como es natural, y podemos decir que " a más de uno se le vió el plumero" como diríamos de forma coloquial.
Creo que estamos a las puertas de un gran avance cívico y político. Digo sólo a las puertas, pero creo que es una posición de claro avance a como nos encotránbamos hace sólo unos meses. Considero que la madurez cívica de nuestra sociedad es más que suficiente para dar un impulso a este derecho. Y considero, además, que sólo beneficios pueden sobrevenir de una fórmula que tiene un caracter claramente integrador de todos los ciudadanos y de profundización democrática , tanto de nuestra sociedad cómo de nuestras instituciones.
También sobre finales de agosto, un observatorio prestigioso, como es el de la Caixa, constataba que el crecimiento económico de los últimos años de España ( y por tanto, de Cataluña) se debía al fenómeno ecónomico de la immigración. Y cifraba este elemento como uno de los factores fundamentales de desarrollo y crecimiento de nuestros recursos, en la actividad laboral y económica de los casi 4 millones de ciudadanos emigrantes que hay en España ( casi un millón de los cuales en Cataluña)
Cito este estudio para poder aportar un nuevo componente al debate que nos permita abandonar la percepción negativa que el fenómeno de la emigración tiene aún para una parte importante de nuestra sociedad y de la clase política conservadora. La visión de la emigración como problema dificulta los procesos de integración social, cívica y política de un conjunto de nuevos ciudadanos que hoy ya son casi el 12 % de la población.
¿Podemos permitirnos que 4 millones de nuevos ciudadanos estén al margen de la participación política por excelencia, que es la práctica del sufragio universal? Si lo continuamos haciendo, debemos estar bien seguros que se resentirá nuestra democracia.
Debemos garantizar los mecanismos constitucionales para que el derecho al voto en las elecciones locales sea una realidad.Esgrimir argumentos tales como la necesidad de un conocimiento básico del país o de su cultura, etc., no deja de ser un método para hacer aflorar nuevas y más duras discriminaciones y segregaciones de carácter social y político. Debemos evitar un nuevo "apartheid", del tipo que sea y aunque venga revestido de "muy aparentes" buenas intenciones.
Debemos dar apoyo con firmeza el primer paso decidido por el PSOE e IU, recordando que el PSC ha tenido en ello un papel destacado. Es un paso hacia un futuro más rico y más justo. La libertad en democracia nos hace más fuertes,pero la igualdad nos hace más dignos.

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