viernes, mayo 29, 2009

POR UNA EUROPA QUE NO EXCLUYA


La campaña de les elecciones europeas está llegando a su ecuador. Constato una apatía importante entre mis vecinos y de mis vecinas en relación a las elecciones. Incluso, cuando me preguntan por mi trabajo, hacen referencias al Parlament, a la financiación autonómica, a la crisis económica y del empleo, etc. pero ninguno de ellos me habla de la situación europea.

Quiero dedicar mi reflexión de hoy al tema de la inmigración en Europa y a la situación de los trabajadores que emigran desde los distintos puntos cardinales con la finalidad de obtener en nuestros países mayor bienestar, algo de renta y algo, aunque sea poquito, de mejor futuro.

Conozco una profesora búlgara de economía que se dedica al trabajo de doméstica en la escalera donde vivo. Conozco muchos casos de gente venida de Marruecos, de Colombia, de Argentina, de Uruguay, de Ecuador, de Bolivia, que están luchando a brazo partido...por quedarse en Cataluña a pesar de la crisis.

Europa tiene la mayoría de gobiernos inundados de derecha. La derecha es hoy mayoría en el Consejo y en el Parlamento. Las políticas en relación a la inmigración amenazan en convertirse en las políticas de expulsión y de la explotación laboral. Por ese camino van las políticas de Sarkozy y de Berlusconi, por citar dos ejemplos bien próximos.

Cada periodo de medidas conservadoras sobre inmigración no deja más que economia sumergida y sectores sociales sin derechos. Roberto Saviano explicaba brillantemente hace unos días los beneficios para la mafia que implican las medidas xenófobas de Berlusconi. Su reflexión es muy sencilla : en un país con un poder democrático insuficiente para proteger a los sectores más vulnerables, las personas desprotegidas saben que para subsistir en él necesitan buscar refugio en otros poderes. La mafia se revela como una red segura, ya que garantiza "inmunidad y protección" ante el poder público sea cual fuere la situación de las personas.

El segundo gran problema para un inmigrante es la situación laboral, mejor dicho la extrema vulnerabilidad de su situación laboral ( contratos deficientes, bajos salarios, horarios maratonianos). Pocos son los que se sindicalizan, pocos son los que se rebelan, pocos son los que reclaman ante las injusticias que se cometen contra ellos. ¿Quién se atreve a hacerlo cuando lo que se arriesga es salario ( raquítico pero salario), documentación, permisos de residencia, proyecto de vida, ayudas a las familias?

Sólo una política socialista puede garantizar el pleno ejercicio de los derechos. Hay que decir al ciudadano que el mayor acceso a los derechos por parte de todas las personas es garantia de convivencia y de bienestar colectivo.

Europa no puede ni debe excluir. Sólo podemos apostar por una Europa que integre, en condiciones de igualdad social, a los nuevos ciudadanos.

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