El pasado lunes 8 de octubre, en el Salón Sant Jordi del Palau, se firmó el Pacto por la Vivienda en Catalunya. Un acto extraordinario y de una potente imagen de cohesión política y social. Podemos estar satisfechos de los resultados. El compromiso abarca dos objetivos : la construcción de 160.000 viviendas protegidas en 10 años y una inversión pública comprometida por el Gobierno de la Generalitat de 8.000 millones de euros. ¡Qué lejos estamos de los esmirriados presupuestos de CIU en la materia!
A la firma asistieron los representantes más destacados del mundo empresarial, del mundo sindical, del mundo de las entidades sociales, del sector cooperativo, de cuatro grupos parlamentarios( PSC, ERC, ICV-EUA y Ciutadans) y del mundo local ( Federación y Asociación de Municipios). La semana se iniciaba con la constatación de la soledad política de CIU, que en un momento de dura radicalización y de pérdida de norte político se enrocó en el NO al pacte. No hay lógica en su discurso. Es más, tenemos la percepción que por su boca hablan sólo el resentimiento, el fracaso y la amargura de no encontrar más apoyo que el del PP ( en Cataluña, también a la deriva hacia ninguna parte).
El Pacto es un buen acuerdo estratégico para el país. De sus frutos, de su buena marcha depende en gran parte la cohesión futura de nuestra sociedad.
Hoy, miércoles 10 de octubre, la Ley del derecho a la vivienda ha pasado el trámite de Comisión. Hemos vuelto a ver el triste espectáculo de CIU y del PP intentando bloquear y torpedear el futuro de una norma que es muy esperada en Cataluña.
Estoy satisfecho. Estamos entusiamados. Nos sentimos responsables El Pacto y la ley por la vivienda han pasado el Rubicón. Ahora toca ponerlos en marcha, a toda máquina. Hacen falta, mucha falta.
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