viernes, marzo 05, 2010

PEPE MUJICA, SEGUNDO PRESIDENTE DE LA IZQUIERDA EN URUGUAY


El pasado lunes, José ( Pepe) Mujica asumía como nuevo presidente del Uruguay. Tomaba así el relevo de Tabaré Vázquez, primer presidente de la izquierda en la història contemporánea de los uruguayos.

Es un hecho extraordinario para el Uruguay y lo es también para América Latina. La sucesión se ha producido en un clima democrático de confianza en la capacidad del Frente Amplio para liderar el cambio político iniciado en el 2005 y completar el ambicioso plan de reformas que empezó a ejecutar Tabaré. Reforma social y normalidad democrática son los dos grandes elementos que destacan hoy en la vida política del país.

De todos modos no es posible hacer un análisis, por más breve que sea, sin destacar el extraodinario clima emblemático que ha rodeado la investidura de Mujica. José Mujica comenzó su vida politica en los años 50 en movimientos políticos de caràcter civil . De allí pasó al movimiento guerrillero y padeció tortura y cárcel durante los años de la dictadura militar hasta su liberación, con la recuperación democrática, el año 1985. En los 25 años de trabajo político pacífico y parlamentario posteriores, José Mujica devino uno de los líderes carismáticos de la izquierda uruguaya.

Que un ex-guerrillero llegue a la presidencia del país, es para los uruguayos un símbolo de su evolución y madurez políticas. El símbolo y el emblema de un proceso en que se pasó del dolor y el sufrimiento de la dictadura a una nueva etapa de gobierno político basado en un amplio proceso de reformas, pero sobretodo de confianza en las propias fuerzas y en la gente del país, pasando por dos décadas de gobiernos de derechas que no fueron capaces de enderezar las riendas de los asuntos públicos en favor de los sectores populares.

Mujica es un personaje emblemático. Alguien lo ha rebautizado como el Mandela del Uruguay. Sin querer entrar en esas comparaciones, lo que si es cierto es que con la nueva presidencia del Frente Amplio es posible que el país empiece a cerrar las heridas ( aún quedan) de su etapa más oscura y adquirir la autoconfianza necesaria para acabar de corregir los desequilibrios internos, en especial " barriendo la indigencia y reduciendo drásticamente la pobreza". Por ello, gracais a ellos, muchos uruguayos sentimos, aunque los retos aún sean enormes, esta contagiosa felicidad serena y contenida.

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