sábado, noviembre 19, 2005

COLOMBIA EN EL CORAZON

Volví de Colombia con el duro presentimiento de que la situación política en aquel país no cambiará a corto plazo. El predominio político y mediático del uribismo asfixia de momento cualquier posibilidad de encauzar las futuras salidas del país por un derrotero de mayor libertad y democracia.

Uno de los grandes peligros que corre hoy Colombia es el posible crecimiento y la posible consolidación de la doctrina política de la seguridad interior o seguridad democràtica, que se basa en el preocupante principio de “antes seguros que libres”, una fórmula regresiva para el sistema de derechos civiles y de libertades democráticas que encabeza la opción política del Presidente Uribe.

El país debe resolver innumerables conflictos, pero sobretodo debe atender a los terribles niveles de inequidad social, a las diferencias abismales en materia de desarrollo entre unas regiones y otras y al reestablecimiento de los mínimos de convivencia cívica en aquellos territorios que han estado asolados por la violencia de la guerrilla, de los paramilitares, de las bandas del narcotráfico, etc..Todo ello en un país de renta media, pero con terribles desequilibrios, con una derecha pertrechada en el gobierno y en los mecanismos básicos del poder, con una izquierda creciente pero aún en proceso de definición de sus prioridades, con un nivel de ingerencia considerable del los EEUU en materia de política interior ( especialmente en materia de narcotráfico) y con un panorama alarmante en materia de respeto a los derechos humanos.

No hay hoy un buen panorama para el futuro de Colombia.Una Colombia que ha enviado a más de 5 millones de sus ciudadanos fuera de sus fronteras, donde ser joven es estar expuesto a una amenaza continua, donde la denuncia política o la acción social por la paz y la justícia están expuestas a muchos y diversos riesgos.

En este marco, es de gran valor el trabajo que llevan a cabo entidades civiles, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, partidos políticos progresistas ( por fortuna cada vez menos minoritarios) en favor del proceso de paz, en pos de construir, después de más de 50 años de violencia, un nuevo escenario de paz para las mayorias populares. Es lo que hemos visto que hacen muchas entidades en la región de Montes de Maria, en Cartagena de Indias, en Calí, en Bogotà. Mi recuerdo de siempre y mi reconocimiento para los jóvenes lideres civiles, promotores de paz, que trabajan en Sincelejo, en Carmen de Bolívar, en Ovejas, en Morroa, en San Antonio de Palmito...

El trabajo de apoyo de la cooperación internacional a estas entidades es fundamental. Por ello el trabajo de la Agencia Catalana de Cooperación así como de la Taula catalana per la Pau i els Drets Humans a Colombia, dirigido a apoyar y a fortalecer entidades y redes de trabajo que tratan de favorecer la paz en Colombia, creo que és útil y que debe seguir el camino ya iniciado.

Espero que el tiempo desmienta mis peores presentimientos. Pero vuelvo a señalar que la doctrina ofcial de la seguridad democràtica que esgrimen el Presidente Uribe y sus seguidores puede ser un elemento de corrosión de la capacidad de la sociedad colombiana para construir un estado real de derecho. Los colombianos explican con orgullo su larga historia de democracia formal, una historia democrática entendida como la pràctica ausencia de dictaduras militares, pero para nada asimilable a un proceso de democracia auténtica. En un país en que la vida vale tan poco y en el cual una persona puede ser fácilmente convertida en moneda de cambio para las bandas armadas, no es posible hablar de democracia ni de convivencia democràtica en su verdadero sentido.

En estos días de mi visita tuve la oportunidad de conocer y de departir con algunos de los más relevantes dirigentes del Polo Democrático y de Alianza Alternativa. Todos esperan de las fuerzas progresistas de Cataluña y de España un apoyo efectivo a sus objetivos de paz y de democracia auténtica. Lo esperan especialmente del Presidente Zapatero. Considero que Cataluña y España podrían convertirse en los escenarios neutrales y facilitadores del diálogo entre las diversas fuerzas políticas de Colombia para obtener una salida eficaz en términos de desarme y de paz, de justicia y de reparación para las víctimas, para su gente. Una vez obtenida la paz, podrá venir el tiempo de la construcción de la justicia social, ya que sin justicia social se hace difícil el futuro.


Roberto Labandera
Diputado del PSC.

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