Somos muchos los que hemos coincidido con el mensaje moral del President Montilla en el discurso que hizo al Parlament el pasado martes. Su mensaje no sólo habla de su visión del país y de la societat, sino que también habla de una cultura personal con la que muchos catalanes podemos encontrar puntos de encuentro.
Aquellos que hemos venido a Cataluña como inmigrantes y hemos empezado de cero a construir paso a paso nuestras nuevas vidas entendemos sílaba a sílaba, palabra a palabra, lo que Montilla ha dicho.
Hace pocos días viajé a Montevideo, para trabajar en el tema de la descentralización administrativa en que el país está inmerso. La inmensa mayoría de articulistas y de periodistas vinculaban en sus análisis la situación de la actual crisis global financiera y económica con el cruel y devastador "corralito" del año 2002 que vivió el Uruguay, dos años después de que lo viviera Argentina. Alguien, con ironía, llegaba a ofertar sus servicios de asesor para quienes entraban en la crisis. La situación fue muy dura y aún se pagan, seis años más tarde, las consecuencias. Un periodista de La República me lo definió de una forma clara en el año 2006 : la batalla ha terminado ( la económica se entiende) pero aún nos estamos recogiendo los cadáveres en el campo de batalla. En la situación de la actual crisis global me temo que debamos contar "los cadáveres" a carretadas. Por ello el mensaje del President se recubre aún de más valor.
Hay un par de frases que quiero rescatar de su discurso. "El país que quiero hace del esfuerzo y del trabajo una señal de identidad" . Y la segunda : "Ha llegado la hora de hablar de nuestras responsabilidades. Es la hora de interpelarnos a nosotros mismos no sobre quiénes somos o a dónde queremos ir sino sobre cómo hacemos las cosas. Muchas veces perdemos la fuerza por la boca. Hablamos poco de nuestras responsabilidades. Un país enfadado, resignado o melancólico es un país en estado de decepción. Así un país no avanza"
Creo que son unas frases estupendas, no tanto de optimismo vital como de voluntad de hacer frente a las adversidades con fuerza y con ánimos de salir adelante.Los que hemos reconstruido la vida en un país lejano con las únicas armas de un pasaporte y una discreta maleta de viajero sabemos del significado profundo de estas frases. Y las consideramos nuestras,casi personales, muy íntimas.
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